Si algo aprecian los turistas es disfrutar de las comidas tradicionales. Los sabores locales son tan esenciales como el paisaje y la comodidad. Colombia, con una de las mayores diversidades naturales y culturales del mundo, ha visto surgir en las últimas dos décadas una explosión de nuevas propuestas y extraordinarios creativos. Sin embargo, aún nos falta el centavo para el peso para consolidarnos como un destino gastronómico. Debemos integrar nuestra diversidad, nuestra cultura y lo que somos, sin pena, con profesionalismo y un toque de sofisticación.
María Claudia Lacouture presidente de la Cámara Colombo Americana Amcham Colombia y presidente de la Alianza Aliadas
El turismo gastronómico ha ganado popularidad en las últimas décadas. Cada vez más viajeros consideran a la gastronomía un elemento esencial de sus experiencias de viaje, buscando conocer la cultura local a través de mercados, restaurantes, tradiciones culinarias y productos típicos. Este tipo de turismo no solo enriquece la oferta de un destino, sino que también fortalece la economía local y la identidad cultural. Con un enfoque en la autenticidad, sostenibilidad y experiencias únicas, Colombia podría consolidarse como un destino gastronómico de referencia.
Un primer paso sería elaborar un mapa con las particularidades culinarias de cada región, innovar con los sabores locales y crear rutas gastronómicas temáticas. Un ejemplo exitoso es la ruta del café en el Eje Cafetero, donde los turistas pueden aprender sobre el cultivo, proceso y degustación del café. De manera similar, podrían desarrollarse rutas de mercados locales tradicionales en ciudades y pueblos, permitiendo a los visitantes conocer productos frescos y experimentar la cocina autóctona.
Las experiencias interactivas también han cobrado fuerza. Las clases de cocina con chefs locales y las visitas a fincas productoras de café, cacao y frutas permiten a los turistas no solo degustar productos, sino también comprender los procesos de producción y preparación. Estas actividades resultan especialmente atractivas para el turismo de naturaleza y el ecoturismo, segmentos en crecimiento en el país.
Los festivales gastronómicos son otra herramienta clave para mostrar la riqueza culinaria de Colombia. Con más de 3.400 festividades al año, el país ya tiene la estructura para convertir a la comida en la protagonista de sus celebraciones. Desde el Festival del Vallenato en Valledupar hasta la Fiesta de la Panela en Villeta, cada región tiene productos y tradiciones que podrían potenciarse a nivel gastronómico.
Las plazas de mercado, históricamente espacios de articulación entre las economías rurales y urbanas también podrían jugar un papel determinante en esta transformación. A pesar de que muchas aún requieren mejoras en organización, salubridad y comodidad, ya existen modelos a seguir donde se puede apreciar, degustar y comprar productos tradicionales que han sido parte del comercio regional durante siglos.
Colombia está en un momento decisivo para impulsar su gastronomía como atractivo turístico. Es fundamental que se logre consistencia y una narrativa convincente que posicione a la cocina colombiana como una propuesta interesante y diferenciadora en el panorama internacional.
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