-Sorprendió la llegada de GHL a Barrancabermeja. ¿Cómo surgió este proyecto?
-Dentro del programa estratégico de la compañía que concebimos hace cuatro años contemplamos crecer en ciudades intermedias de Colombia. En los últimos años llegamos a Yopal, Neiva, Villavicencio, Valledupar y ahora Barrancabermeja, el quinto hotel que se incluye dentro de esa filosofía de diversificación. Llegamos gracias a la invitación que nos hacen dos grupos constructores que fueron los visionarios para desarrollar un hotel de primer nivel en Barrancabermeja, de la mano de la franquicia de Carlson Rezidor y su marca Park Inn by Radisson ¿Por qué Barrancabermeja? Ante todo creemos que son inversiones a largo plazo. Creemos que hay un potencial para diversificar y no depender totalmente del mercado petrolero. ¿Cómo lo vamos a diversificar? Con la segmentación que nos permite recursos naturales como el río Magdalena y los cultivos de palma africana. Indudablemente el petróleo también es un recurso que hay que tener en cuenta para volverlo un producto turístico, como se ha hecho en otras latitudes, caso el Cerrejón.
“Hay un factor de desaceleración en la inversión”
Con la apertura de tres hoteles de la franquicia Carlson Rezidor en la región (incluido Barrancabermeja), la compañía colombiana GHL Hoteles sumó 62 operaciones en 12 países de Latinoamérica. La Agencia de Viajes Colombia dialogó con Juan Rodríguez, director corporativo de Mercadeo y miembro de la Junta Directiva de GHL, sobre los proyectos en ciudades intermedias del país, los hoteles en Centroamérica y la desaceleración de la inversión hotelera en la región, entre otros temas.
-¿Cómo llegó la nueva franquicia?
-GHL ya está certificado por los grandes jugadores globales de la hotelería. Trabajamos con Marriott, Starwood, Hilton y Carlson, de tal manera que estamos poniendo el branding de acuerdo con las condiciones del producto y los avances de las negociaciones. En este caso incursionamos con Radisson porque cuando grupo Royal fue comprado por NH quedó libre un campo de marca para desarrollar. Con Radisson estamos abriendo en este momento tres hoteles: Barrancabermeja, Santa Cruz de la Sierra en Bolivia; y Guayaquil, que es nuestra quinta operación en esa ciudad. Hemos hecho un buen match con Carlson; a ellos les interesa expandir su marca y les gusta el soporte de management que tiene GHL.
-¿Qué tipo de marca es Park Inn by Radisson?
-Es una marca middle scale. En nuestro argot es una primera clase select services. Tiene todas las características de un suite comfort bed, una habitación de 26 m2, amenities de primera clase, cama Queen o King con certificaciones de colchones y lencería. Además es una marca flexible en políticas de precios. Se asemeja en su rango a Four Points by Sheraton, Courtyard y Hilton Garden Inn.
-¿Cuántos hoteles ajusta GHL con esta apertura?
-Operamos 62 hoteles en 12 países de Latinoamérica y el Caribe, incluyendo San Andrés y Curazao.
-¿Cuántos hoteles están en implementación?
-En esos 62 contamos los tres Radisson que están en opening. Próximamente viene el Four Points by Sheraton en Cuenca, nuestra primera operación en esa ciudad y la 13º en Ecuador, en donde nos consolidamos como el primer grupo hotelero con facturaciones de más de US$ 50 millones anuales. En el segundo semestre de 2017 vamos a tener hoteles en Bucaramanga e Ibagué. En Bucaramanga está en construcción un proyecto con Parque Arauco de Chile, que aún no tiene marca y estará inmerso en un centro comercial. En Ibagué el hotel hace parte del proyecto Acqua, que también va con centro comercial.
-Además del Park Inn, ¿cuántos hoteles inauguraron este año?
-Abrimos el Hyatt Place Managua, que es el segundo del proyecto de Centroamérica, y el Wyndham de Quito, que es un hotel de gran nivel. Se ha desacelerado un poco el crecimiento en comparación a otros años. En 2013, por ejemplo, llegamos a abrir 11 hoteles.
-¿A qué atribuye está desaceleración?
-Hay más precaución de los inversionistas. Es evidente que los rendimientos se han moderado y ajustado mucho. Las tasas de capitalización hotelera han bajado y ya hay fondos internacionales que ven más atractivo a Estados Unidos y otros países que a Latinoamérica. Hay un factor de desaceleración en la inversión.
-¿Cómo ve la economía colombiana?
-En cuanto al pasado y los hechos cumplidos, la devaluación del peso y la baja del petróleo afectaron porcentualmente la ocupación y la tarifa de muchos destinos, particularmente Yopal, Villavicencio, Bogotá y Cartagena, porque son ejes donde hay industria petrolera. Ecopetrol y toda la cadena de la industria petrolera marcaron un camino de ajustar bastante sus presupuestos. En destinos petroleros hubo años de 5.800 noches y este año no llegamos a las 1.500. Con respecto al futuro, creemos que el país está entrando en un proceso de pacificación que automáticamente se trasladará a las carreteras; si la gente se mueve más a la industria le va mejor. Eso es claro: los peores años de la hotelería colombiana fueron los años en los que nadie viajaba por carretera. Si el proceso de paz culmina exitosamente confiamos en que se empiece a mover el turismo terrestre y muchos destinos de Colombia comiencen a tener otra vocación. Como dijo Piro Hernández, director de Desarrollo de Carlson Rezidor en Latinoamérica, durante la inauguración en Barrancabermeja: quién se iba imaginar que hace 20 años una marca estadounidense iba a estar poniendo una bandera en una zona roja colombiana. Hoy es una realidad.
-¿Cómo ve el mercado hotelero en Bogotá?
-Bogotá tuvo años muy interesantes de crecimiento de demanda, con 12% y 13%. Cuando la ciudad tenía de 4.500 a 5.000 habitaciones, aguantaba un 10% anual de crecimiento. Hoy, con crecimientos de la demanda mucho más bajos y con la competencia de la economía colaborativa, las ocupaciones y tarifas se están resintiendo y el panorama de la recuperación de la inversión es mucho mayor. Vamos a esperar que sucede con el centro de convenciones Ágora, que tiene que convertirse en un dinamizador y jalonador de grandes eventos. De manera que el pronóstico para Bogotá es estabilizar los indicadores de 2016; una gran meta sería un 65% o 67% de ocupación, en hoteles que antes estaban en el 76%.
-¿Qué análisis hace de las economías latinoamericanas?
-Con su agroindustria Perú está dando un ejemplo de sostenibilidad económica importante; quizás es el país más estable hoy en día, lo cual se evidencia a través de nuestras operaciones. Las ocupaciones de Lima, Cusco, Puno y Yucay están muy bien y en un mediano plazo seguirán igual, porque se vislumbra una gran inversión como pasó en Bogotá. Chile también goza de buena salud y no creemos que vaya a haber sobresaltos. En Ecuador hay un pronóstico reservado enorme, es el país con el bajón más grande de ocupación de todo el continente. El indicador cayó 18 puntos en un solo año porque depende muchísimo más del petróleo que otras economías. En Panamá quedamos con un solo hotel, el Hilton Garden, después de tener seis; y por ahora no hay un buen pronóstico porque se va a mantener el exceso de oferta.
-¿Cómo ve el crecimiento de la hotelería low cost?
-Tienen su nicho y una relación beneficio-costo interesante para el turista y el mercado corporativo de escala media-baja. Hay espacio. Nosotros tenemos nuestra marca de bajo costo, que es GHL Style, una marca que nos ha ayudado muchísimo a entender ese nicho de mercado y poder ser rentables con tarifas de US$ 50 y proyectos diseñados desde el metraje. En Bogotá estamos en el desarrollo de un hotel por la zona industrial de la Calle 80.
-A parte de San Andrés y Curazao, ¿planean incursionar en la hotelería vacacional con el desarrollo de resorts?
-Por ahora nuestra línea estratégica es el desarrollo en ciudades intermedias en Colombia, el crecimiento en las capitales de Centroamérica, y el mercado chileno, en donde estamos volviendo los ojos nuevamente para hacer takeovers. No lo puedo adelantar todavía.
-¿Qué hace falta para que la industria hotelera en Colombia despegue?
-Seguimos con una necesidad muy fuerte de accesibilidad aérea y terrestre. Se debería revisar la política aérea del país para que no se dependa de elementos de bilateralidad. Ya llegamos a la última instancia por vía legislativa con un proyecto de ley que modifique esta situación. En segundo lugar, estamos instando al Estado para que reglamente la hotelería paralela o colaborativa, como la quieren nombrar muchos. Es un modelo que está pasando por encima del régimen fiscal colombiano. En la DIAN el tema turístico es bastante marginal y en un país con un déficit fiscal esto se debería mirar un poco más a fondo. El problema es que no vemos la voluntad política para hacerlo. Bienvenidos todos, pero con las mismas reglas de juego.
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