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Suiza: prohibido arrojar langostas vivas al agua hirviendo

Desde hace varios años los proteccionistas de animales vienen presionando para ponerle punto final a una práctica muy común en la gastronomía a nivel mundial: arrojar las langostas vivas al agua hirviendo para cocinarlas, procedimiento que –según los cocineros expertos– permite que la carne del crustáceo se conserve firme y suave.

Recientemente en Suiza se han tomado cartas en el asunto. Como parte de la legislación de protección animal, desde el 1° de marzo las langostas ya no podrán ser hervidas vivas, y los cocineros tendrán que “aturdirlas” antes de meterlas en las ollas. Dicho “aturdimiento” se realiza con un "crustastun", un dispositivo que emite descargas eléctricas y produce la destrucción mecánica del cerebro del animal. Además, "los crustáceos vivos, incluida la langosta, no podrán ser transportados sobre hielo o agua helada. Las especies acuáticas deberán mantenerse en su entorno natural", sentencia la regulación.

Estos cambios no sólo modificarán las prácticas de cocción, sino que hará que los restaurantes deban reacondicionar sus cocinas para tal fin.

En tanto, los cocineros ya están elevando sus quejas. Aseveran que el sabor de los platos no será el mismo. Y que si el crustáceo llevara mucho tiempo muerto (congelado), su carne perderá agua, se volverá pastosa y sin ningún interés para el paladar.

Lo cierto es que el principal debate se centra en el sufrimiento del animal: "Varios estudios indican que las langostas tienen habilidades cognitivas y pueden sentir dolor", señaló la representante de Swiss Animal Protection (SAP), Martina Schybli.

Dicha sensibilidad ya había sido puesta de manifiesto por Maya Graf, diputada del Partido Ecologista Suizo, al presentar una moción en el Parlamento helvético solicitando que se prohíba la importación de langostas. Argumentó que dichos crustáceos comienzan a sufrir desde su captura, antes de llegar a Suiza, y que “no hay razones, ni de gusto ni de higiene, que justifiquen importarlas vivas”. Como alternativa, propuso "electrocutarlas" justo después de su captura e importarlas congeladas, ya que "es la única forma de garantizar una higiene impecable".

A modo de bibliografía también puede tomarse "Hablemos de langostas", crónica de David Foster Wallace, escritor estadounidense que –luego de cubrir como periodista el famoso Festival de la Langosta de Maine– describió de manera gráfica y dramática el sufrimiento que atraviesan al ser hervidas vivas.

Cabe mencionar que, antes de Suiza, esta práctica era considerada ilegal sólo en Nueva Zelanda y la región de Reggio Emilia (Italia), donde un tribunal dictaminó que los crustáceos no pueden conservarse vivos en hielo en los restaurantes, ya que “supone un sufrimiento injustificable antes de que los animales sean cocinados”.

FUENTE: suiza-prohibido-arrojar-langostas-vivas-al-agua-hirviendo

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