Informalidad: ¿llegó la hora de cambiar la estrategia?

 El presidente de Fenalco, Guillermo Botero, hablando en la radio sobre la caída en el consumo y la industria en el primer semestre, propuso una serie de estrategias para reactivar la economía. Entre las solicitudes del gremio destacó el retorno inmediato al IVA del 16% por lo que resta del año y la desregulación de la actividad económica. Respecto al IVA, los hoteleros perdimos la batalla al pasar del 10% al 16% y al 19% ante la mirada pasiva de propios y extraños, y la indiferencia del Gobierno. En cuanto a la exención para la prestación de servicios a extranjeros, los tecnicismos de la DIAN dificultan su aplicación y, adicionalmente, el grueso de la demanda nacional sigue siendo doméstica, lo que limita los alcances del beneficio a las grandes ciudades.

Respecto a la desregulación, el dirigente mencionó que la estrategia se aplicaría en proporción de 1 a 3 (por cada requisito nuevo se eliminarían 3), propuesta probada en México, donde Felipe Calderón eliminó 16 mil trámites burocráticos.

Botero añadió que el empresariado colombiano “no aguanta una regulación más”; que las empresas pasan la primera mitad del año atendiendo requerimientos gubernamentales, y que en este país las leyes se hacen desde las cómodas oficinas de los funcionarios, quienes nunca se detienen a calcular el impacto que genera una exigencia como el Sgsst en una pyme, donde “gana más el experto que implementa que el gerente”.

Ante tales argumentos surge la pregunta: ¿es necesario desregular para sobrevivir? El sector enfrentado a una cambiante realidad y asfixiado por las exigencias y requisitos pide desde el gremio controles más fuertes para la informalidad, y una “cancha de juego más equilibrada”, según el término acuñado por la saliente ministra. Sin embargo, esa lucha la tenemos, sino perdida, al menos embolatada, pues se hace muy difícil exigir a las viviendas turísticas y apartamentos los mismos requisitos de un hotel, por muchas razones. Pero, tal vez, la más obvia porque los hoteles son visibles y detectables, mientras que la oferta informal es dispersa y difusa. Se aplauden las brigadas de formalización del Ministerio, pero se quedan cortas, pues no son permanentes, y la Policía de Turismo no tiene la capacidad o competencia de revisar temas como Sgsst o sostenibilidad, limitándose al RNT, requisito que no basta para nivelar una cancha empinada para los formales.

A la reciente sostenibilidad muchos le hicieron el quite a la ligera y es de esperar que el año entrante para la auditoría virtual se fabriquen evidencias, mientras que los hoteleros sí implementaron “a lo bien”. Por lo anterior me atrevo a preguntar: ¿no habrá llegado la hora de sumarse a las peticiones de Fenalco y, en vez de perseguir a escurridizos fantasmas, se pida la desregulación paulatina y estudiada de nuestra actividad?

En cuanto a los informales de las plataformas bastaría un informe directo a la DIAN, el cobro de todos los impuestos en el precio, una tasa turística y un gravamen estilo renta presuntiva.

Sobre Airbnb, es necesario estudiar casos como el de los Países Bajos, Londres o Suecia, con propuestas diferentes para su manejo, y esperar las conclusiones del estudio de Cotelco Bogotá sobre el tema.

Por último, analizar si puede ser un camino equivocado marginar a esta oferta de la OMT por aquello de que al “enemigo es mejor tenerlo cerca”. Lo único cierto es que tal vez ya es hora de hacerse preguntas incómodas y revisar las estrategias sin apasionamientos.