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Freno de mano

En su primera columna, María Claudia Lacouture se refiere a la confusión en torno a la apertura del transporte aéreo en el país, lo que está llevando al turismo a un deterioro progresivo.

No hay suficiente claridad sobre la reapertura del turismo, ni se conocen acciones que ayuden a los turistas a programar sus viajes. Si la fecha es septiembre, muy lejana por cierto, ya que la mayoría de los aeropuertos del mundo están operando, no se puede esperar al último día para dar estos mensajes porque la incertidumbre le obligará al pasajero a prorrogar sus decisiones, hará que la reapertura sea muy lenta y se acumulen los estragos económicos.

Y pasa lo que ya está pasando: los pasajeros no se atreven a separar sus vuelos y a organizarse para viajar. El turismo está listo, pero con freno de mano puesto. Incertidumbre es la palabra que ronda al sector, con una sensación de agotamiento y derrota, mezcla peligrosa para una industria que se suponía sería “el nuevo petróleo” y que se encontraba en proceso de florecimiento cuando llegó la pandemia.

"Incertidumbre es la palabra que ronda al sector, con una sensación de agotamiento y derrota, mezcla peligrosa para una industria que se suponía sería “el nuevo petróleo” y que se encontraba en proceso de florecimiento cuando llegó la pandemia".

Con ciertas diferencias y distintas estrategias, los países –salvo raras excepciones como Colombia– movilizan el transporte aéreo, buscan opciones que hagan más llevadera la espera y menos dolorosas las pérdidas. Algunos ni siquiera cerraron las operaciones domésticas. Y en todo este tiempo se ha trabajado a fondo en los protocolos de bioseguridad.

Hasta ahora los protocolos de cuidado, higiene y tránsito en los aeropuertos han sido positivos, los operadores aeroportuarios, las empresas aéreas y los demás prestadores de servicios han reportado que con las medidas indicadas se puede viajar sin problema, siempre y cuando todos pongamos de nuestra parte y sepamos aprovechar la reapertura con responsabilidad y sin desmanes.

El autocuidado llegó para quedarse porque este virus seguirá rondando nuestras esquinas, sin que nadie se atreva a pronosticar hasta cuándo estaremos libres de ese mal. Entonces, tampoco tiene mucho sentido prolongar y prolongar el confinamiento si la amenaza sigue ahí. La sociedad tendrá que aprender a convivir con ese peligro porque hay que seguir con la vida, producir y recuperarse.

La seguridad se repensó desde cero para implicar a los aeropuertos, aviones, personal y manipulación de equipajes. Cada eslabón de la cadena replanteó por completo su gestión, desde las filas de seguridad hasta los carros de transporte de equipaje, los controles, los espacios de embarque y desembarque.

Desde que comenzó la pandemia, decenas de miles de pasajeros lograron regresar a sus casas desde otros países gracias a los vuelos humanitarios de diferentes compañías y eso ha sucedido sin contratiempos conocidos, con seguridad y confianza, lo que demuestra que se puede hacer, mientras que la espera solo acrecentará el problema y cada vez será más difícil volver a comenzar.

"Es indispensable que se tome el mando en este sector y se establezcan con responsabilidad las acciones para abrir los aeropuertos, sobre todo el de Bogotá, por donde circula más del 50% del movimiento del país"

Insisto: para resolver los problemas llega el momento en que hay que encararlos. Lo hemos visto en otros países, con restricciones importantes pero activos, como Chile, México y Brasil. En junio se reanudaron vuelos nacionales en Ecuador y en julio los internacionales, Perú, Centroamérica y República Dominicana lo hicieron en julio, y nosotros, al final de la lista, tenemos previsto hacerlo en septiembre si es que no llega otra avalancha de restricciones que vuelva a aplazarlo.

Es indispensable que se tome el mando en este sector y se establezcan con responsabilidad las acciones para abrir los aeropuertos, sobre todo el de Bogotá, por donde circula más del 50% del movimiento del país.

Muy triste privilegio ser testigo del progresivo deterioro del turismo, de la impotencia generalizada de sus empresarios y sus trabajadores. Por eso esperamos iniciativas, acciones rápidas y seguras para regresar a la nueva normalidad, dinamizar la economía de ese sector, rescatarlo, reducir los efectos catastróficos de la paralización. La inacción puede ser el golpe de gracia.

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