Recientemente se dio a conocer que la Confederación Nacional de Pastelerías y Panaderías Francesas (Cnpbf) pretende que la baguette francesa se convierta en Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, iniciativa que apoya el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
El argumento que se ostenta –además de asegurar que el producto es codiciado en todo el mundo por sus características y sabor, entre otros aspectos– es la necesidad de proteger la calidad de la barra de pan tradicional de Francia, ya que los grandes supermercados, cadenas de distribución y venta al por menor de pan están distorsionando “el producto típico de las panaderías tradicionales del país galo y poniendo en peligro la preservación de la experiencia y las habilidades de los panaderos para elaborar la auténtica baguette”.
En ese sentido, el presidente de la Cnpbf, Dominique Anract, expresó su lamento respecto a la calidad del pan que comercializan los comercios citados anteriormente: ofrecen pan congelado procedente de otros países, a menor precio, que no están preparados de acuerdo a las reglas de elaboración de la baguette tradicional: en 1993 se estableció que sólo se pueden utilizar cuatro ingredientes: harina, agua, levadura y sal. Además de respetarse las formas de manipulación y los tiempos de levado, entre otros aspectos.
Así, según la Cnpbf, se está bastardeando a un producto que en la actualidad producen alrededor de 33 mil panaderías artesanales, las cuales dan empleo a 180 mil personas.
Por todo lo mencionado, Anract propuso dar los pasos necesarios para solicitar la inclusión de la baguette en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Y considera que existen grandes posibilidades de lograrlo, dado que ya fueron incluidos alimentos y bebidas, estilos de alimentación y tradiciones, como la dieta mediterránea, la pizza napolitana, la cultura de la cerveza belga y la gastronomía francesa.
Entonces, seguramente en breve se iniciará el proceso de solicitud, que demandará recorrer un largo camino. Hay que elaborar un expediente técnico –en el que se documenten las razones culturales, históricas y sociales– que debe ser entregado a la Unesco. Luego, tras su revisión y aprobación, el expediente deberá pasar al comité responsable de la evaluación y posterior veredicto sobre la solicitud.
Temas relacionados