Hace 10 años comenzó a hablarse del bitcoin, la moneda virtual que apostaba a crecer y explotar en el mercado financiero internacional, gracias a que no está sujeta a las reglamentaciones de los organismos de control internacional, ni a las políticas económicas de los países. Sin embargo, su razón de ser fue también su misma trampa, porque a una década de su nacimiento su condición de ilegalidad la mantiene en un espacio marginal dentro de los negocios internacionales, algo que también se aplica a las transacciones que se realizan en la industria del turismo y en el sector de la hospitalidad.
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El bitcoin nació con el espíritu de sacudir el mercado financiero internacional al estar fuera de la reglamentación de los bancos oficiales y ajeno a las fluctuaciones de las economías nacionales. A una década de su nacimiento, aún busca afianzarse como medio de pago en el turismo y la hotelería.
Antes de continuar, cabe recordar que los bitcoins son monedas virtuales. Pueden ser intercambiadas y operadas como cualquier otra divisa tradicional, pero están fuera del control de los gobiernos.
Esta moneda virtual fue desarrollada en un universo tecnológico. Se trata de una divisa descentralizada que no tiene un país de origen, ningún tipo de base o sustento en ninguna reserva, petróleo, oro o cualquier bien físico tangible, sino que su precio se determina por la cantidad de monedas disponibles en el mercado, la oferta y la demanda. Su valor depende de diferentes actores: la curva de oferta y demanda de compra, la venta de la moneda propiamente dicha, y, a su vez, la generación o el descubrimiento de nuevos bloques financieros que generan nuevas monedas.
Para Carlos Mesa, director de la fundación Bitcoin en Colombia: “El bitcoin le está otorgando más libertad a las personas en el uso de sus fondos gracias a los beneficios de la tecnología como la trazabilidad, facilidad de uso y de hacer envíos, entre otros. Aparte de eso, en los últimos 10 años se está usando como almacenamiento de valor y a medida que pasa el tiempo, más instituciones tradicionales están pendientes de su evolución tecnológica y financiera”.
Según Mesa, el bitcoin es una moneda como cualquier otra, que no puede ser falsificada ni copiada. Además, está respaldada por un software de código abierto, que durante estos 10 años se ha mantenido en permanente evolución y mejora, lo que lo hace confiable y fácilmente auditable.
Por otra parte, cabe destacar que la cotización del bitcoin fluctúa permanentemente, ya que es internacional y los mercados no tienen horario de apertura ni de cierre. Al cierre de esta edición, la moneda registró una valorización en su precio y rondaba los US$ 7.759,91.
También es cierto que experimentó un crecimiento sin precedentes en su valor en 2017, llegando a los US$ 20 mil en diciembre de ese año. Mientras que 2018 fue un ciclo terrible para su valor con una caída cercana al 80%, uno de los peores momentos desde que se creó hace una década. Fue un año olvidable para el mercado global de criptomonedas, que perdió cerca de US$ 700 mil. Muchos analistas consideraron que fue la “explosión” de una “burbuja”, aunque para otros fue un vaivén clásico de los mercados volátiles de alto riesgo.
Asimismo, para adquirirlo es necesario contar con lo que se llama una billetera virtual, donde se reciben los bitcoins. Básicamente, lo que se transporta es un protocolo; porque su concepción es 100% intangible. Se pueden adquirir a través de espacios virtuales de compra-venta de la divisa, que son miles; y también transferir de persona a persona.
Los bitcoins pueden ser comprados y vendidos a cambio de monedas tradicionales; transferidos directamente a través de Internet desde un usuario a otro usando el software apropiado, o utilizados para abonar algunos (pocos) servicios de Internet que lo tienen como alternativa de pago.
Dicho esto, es cierto que una parte importante del valor del bitcoin hoy corresponde a las expectativas a futuro. Los conocidos como HODLers (tenedores, en español) son personas que creen y están dispuestas a ahorrar en bitcoin a largo plazo con la expectativa de poder disfrutar de mayores ganancias en los próximos años. En esencia, esto no es muy diferente a lo que ocurre en otros tipos de mercados especulativos, como el de las acciones o el petróleo.
EL LADO B.
Al momento de dar una definición crítica de esta moneda, Gabriel Holand, socio fundador de HR Global, sentenció: “A mi entender es un producto de nicho, muy poco transparente, no regulado y altamente especulativo. Esto último quiere decir que su cotización tiene muchas alzas y bajas y, en el medio de esa fluctuación, hay quienes están ganando mucho dinero”.
A lo que adicionó: “Hasta que los bancos centrales del mundo no tomen una política activa con relación al bitcoin, va a seguir teniendo una debilidad y es que no es de curso legal, no está respaldado por ninguna autoridad monetaria. Hasta el día de hoy es la moneda espuria de los bancos. En el comercio internacional legal es necesario que la moneda con la que se trabaja sea convertible, intercambiable y acumulable. Por eso el bitcoin no logró posicionarse”.
Asimismo, aseguró que se debe entender que, aunque se pronostica para los próximos años un triunfo del dinero virtual –algo que ocurre, por ejemplo, en Dinamarca, donde se prevé que las operaciones financieras serán totalmente virtuales a partir del año próximo–, esta expectativa no incluye, en su opinión, el uso de bitcoins o de cualquier otra criptomoneda. Hablamos del comercio internacional que está regulado por organismos internacionales.
“Utilizar las nuevas tecnologías para pagar es el futuro, pero quienes traccionan en esta tendencia son empresas como PayPal o M-Pesa, no el bitcoin”, concluyó.
EL DERROTERO.
El 1° de noviembre de 2008, semanas después de la caída de Lehman Brothers y en medio de una feroz crisis financiera mundial, una persona (o personas) identificada como Satoshi Nakamoto presentó un paper con una idea revolucionaria. Se trató de un instructivo para crear el bitcoin, una moneda digital bajo el control de una comunidad virtual.
Desde su valor ínfimo hasta los casi US$ 20 mil de su récord, el bitcoin creó mucho más que una “moneda criptográfica”, dio vida a la tecnología de Blockchain. En enero de 2009, Satoshi Nakamoto puso en funcionamiento el software, conocido como cadena de bloques, un libro digital compartido que registra todas las transacciones de una criptomoneda. Estas transacciones forman agrupaciones conocidas como "bloques", que a su vez se codifican y se vinculan unos a otros.
Cerca de 2012, cuando su adquisición estuvo en auge, el bitcoin era la moneda de moda en el mundo digital y cada vez eran más los viajeros que optaban por ella a la hora de viajar, con el fin de evitar contratiempos. En esa instancia comenzó a adquirir cierta notoriedad en Colombia y empezaron a surgir los primeros vendedores en el país. En este momento su valor estaba alrededor de US$ 20, cuando hace dos años costaba US$ 2.
“En 2013 eran pocos los medios que tenían información fidedigna sobre el tema. Por lo que busqué una comunidad de personas interesadas y nos denominamos Fundación Bitcoin Colombia. Así comenzamos una labor de educación sobre el tema. En ese entonces, cuando el bitcoin estaba subiendo a US$ 1.000, muchas personas comenzaron a recibir pagos en bitcoin y empezó a verse un movimiento más grande en diferentes sectores del país”, explicó Mesa.
Entonces, a mediados de 2014, la Superintendencia Financiera sacó un comunicado refiriéndose a los riesgos de las operaciones realizadas con monedas virtuales. Esto generó que los colombianos desconfiaran de la moneda y se detuviera el crecimiento de este mercado en el país.
Solo con la subida de precios de 2016, cuando el bitcoin llegó a los US$ 20 mil, volvió a crecer el interés en esta criptomoneda. No obstante, el posicionamiento atravesó diversas dificultades, ya que a varias plataformas de intercambio de esta divisa –como Buda–, les cerraron las puertas bancarias, entorpeciendo su desarrollo en el país. No obstante, el representante en la Cámara, Mauricio Toro, está liderando un proyecto de ley que busca crear una reglamentación macro que establezca reglas básicas en el uso de estas divisas y que ayude a las plataformas de intercambio a poder operar en el país.
“En este momento en el país hay algunos counters donde se llevan algunos activos para comprar bitcoins. Además, hay plataformas internacionales que definitivamente están moviéndose en el tema. Si no me equivoco Colombia es el tercer o el cuarto país en Latinoamérica por su movimiento de criptomonedas. Es un mercado muy grande; lo que falta es tener más claridad respecto al uso”, explicó Mesa.
LOS BITCOINS EN LA HOSPITALIDAD.
La industria turística se destacó por ser una de las primeras en adoptar la moneda desde su nacimiento.
Los viajeros podían ver al bitcoin como una forma de eludir los costos de conversión de moneda, los cargos por extracción de cajeros automáticos, las tarifas de transacción y los riesgos de fraude que conlleva el uso de tarjetas de crédito internacionales.
Además, comenzó a ser atractivo como método de pago, porque no presenta la necesidad de que haya bancos intermediando y se transporta en una e-wallet ("billetera") digital, lo cual hace posible disponer de ellos en cualquier momento y lugar a través de una computadora, tablet o smartphone.
Actualmente, hay algunos lugares de Colombia que reciben bitcoins como método de pago gracias a su gran afluencia de turistas. Tal es el caso de una tienda en Palenque, algunos lugares de acogida en el Tayrona y varios medios de transporte.
“Se ha registrado un gran incremento no solo en Colombia sino en otras partes del mundo del uso de estas divisas, porque es muy fácil transar con las criptomonedas y no implica pensar en cambios de moneda. Además, hay algunas plataformas donde se puede pagar en bitcoins una estadía en cualquier parte. Esas plataformas permiten el acceso a cualquier hotel del mundo pagando con criptomonedas. Los directos sí son pocos en el país. Hay una plataforma como Xpay.cash que incorpora una forma fácil de reservar con las criptomonedas, pero todavía hay algunas limitaciones en el país”, explicó el director de la Fundación Bitcoin Colombia.
De igual forma, gracias a las OTAs, la hotelería gana clientes que abonan con bitcoins. Una de ellas es la agencia de viajes española Destinia.com. En tanto, Expedia no acepta bitcoins para vuelos, pero lo hace para reservas de hotel y utiliza una plataforma llamada Coinbase para asegurar las transferencias de la moneda digital.
Al respecto, Holand indicó: “Hasta ahora el bitcoin tienen un nivel de movimiento muy marginal con relación al volumen total del comercio internacional. Cuando digo esto, hablo de grandes agencias de viajes, compañías aéreas y cadenas hoteleras que usualmente no trabajan con criptodivisas. Porque esta moneda hay que monetizarla; los sueldos, la mercadería y demás costos hay que pagarlos con billetes de curso legal. Por eso tener bitcoins es ‘nice to have’ (lindo de tener), como se dice en inglés, y solamente eso”.
Frente a este escenario, Mesa propone repensar los beneficios de aceptar la criptomoneda. “Es una forma de atraer a una comunidad que está buscando formas de utilizar sus criptomonedas. El segundo, es que con el bitcoin existe la posibilidad de evitarse los pagos porcentuales que se cobran a partir de los créditos. Lo último es que permite llegar a un mercado global que está buscando dónde gastar estas criptomonedas. En estos momentos es publicidad gratis que se da a través de un montón de sitios. Si yo voy a alguna parte donde hay un hotel que recibe bitcoins, seguramente los usaría, porque tengo para gastar. Hay gente que dispone de esta moneda y no tiene muchos lugares dónde gastarla.”
CRIPTOMONEDAS, PROS Y CONTRAS
Fuente: IG España
BENEFICIOS
• Globalidad: no son sensibles a cambios económicos o políticos de un país concreto. Todo el mundo puede acceder a ellas y pueden transferirse instantáneamente a cualquier persona, en cualquier lugar del mundo.
• Descentralización: no existe un mercado oficial, lo que significa que pueden ser operadas 24 horas al día, durante los siete días de la semana.
• Transparencia: todas las transacciones se registran en un libro compartido y se operan sobre un mecanismo que asegura que al receptor solo le llegue la información que necesita del emisor (no todos sus datos).
• Portable, durable y divisible.
RIESGOS
• Volatilidad: las criptomonedas suelen experimentar significativos movimientos de precio de manera repentina; lo que conlleva tanto riesgos como oportunidades.
• Pérdidas: no existe una manera completamente segura de proteger las operaciones del error humano, el fallo técnico o el fraude. A la vez que no hay ningún sistema implantado para compensarle por sus pérdidas.
• Cambios regulatorios: las criptomonedas aún no están sujetas a regulación, pero si se introducen nuevos mecanismos, muchas de sus ventajas sobre las divisas tradicionales pueden verse revertidas.
LA FAMILIA DE LAS CRIPTOMONEDAS
Existe un gran número de criptodivisas disponibles, todas con sus propias características y aplicaciones. Las que tienen mayor capitalización de mercado son –al menos por ahora– una minoría, que incluye a:
• Bitcoin Cash: es una criptomoneda sustentada por un proyecto de software de código abierto. Nació como una alternativa al bitcoin, el 1° de agosto de 2017. Su objetivo fundamental es continuar con el espíritu original que tuvo el bitcoin cuando salió a la luz: ser un sistema P2P (persona a persona). Por eso su cotización es más baja y ronda los US$ 160.
• Ether: está asociado a una plataforma de código abierto (Ethereum) que permite la creación de acuerdos de contratos inteligentes entre pares. El sistema fue desarrollado por los británicos Gavin Wood y Jeffrey Wilcke.
• IOTA: surgió en 2014 con el objetivo de potenciar el desarrollo de Internet de las cosas. En este contexto, sus fundadores entendieron que era fundamental crear condiciones para favorecer la operación y conexión entre diferentes plataformas. IOTA no usa un diseño de blockchain tradicional sino que tiene su propia plataforma, denominada Tangle, que no demanda el pago de comisiones.
• Ripple: tiene estipulado un número limitado de emisiones. No habrá más de 100 mil millones de esta moneda, de las cuales la mitad entrará en circulación y la otra mitad quedará en manos de la compañía que generó esta plataforma. Funciona como si fuera una entidad de crédito para realizar transacciones dentro de una red de usuarios.
• Dash: es una criptomoneda de código abierto que surgió en 2014. Tiene una característica muy interesante y es que proporciona un anonimato total en las transacciones. Además, las confirmaciones de los movimientos se dan de manera casi instantánea.
• Litecoin: esta criptodivisa permite realizar pagos en forma instantánea y con cero costos. Es de código abierto y también se basa en el anonimato.
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