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La moda de las tasas turísticas vuelve recargada

De la mano de la reactivación y la nueva narrativa sustentable, muchos sitios reimpusieron, aumentaron o incluso implementaron nuevas tasas turísticas.

Cerca de un millar de destinos aplican desde hace un tiempo tasas turísticas. No son una novedad. Sin embargo, no deja de llamar la atención que los bríos de la recuperación de la actividad, entre otros motivos, han llevado a que en 2023 muchos sitios las hayan reimpuesto después del impasse del Covid, las aumentaran o incluso implementaran nuevos impuestos al turismo.

Además de hacer un breve repaso de las novedades, en este informe analizaremos los motivos de esta nueva primavera de las tasas turísticas, y veremos los argumentos a favor y en contra en el debate sobre esta controvertida figura tributaria que se expande por Latinoamérica y por el mundo.

Llegaron para quedarse

Son tantos los países, ciudades y municipios que actualmente cobran algún tipo de impuesto al turismo que su clasificación se vuelve inabarcable. De todos modos, está claro que el más habitual es la tasa turística por pernoctación, que consiste en el cobro de una cantidad fija por noche de alojamiento o un porcentaje de la factura del establecimiento. En algunos destinos también se aplican tasas a los visitantes de un día. Además, los cargos pueden variar según la temporada, las clasificaciones de estrellas del alojamiento y las áreas dentro de un municipio. Oscilan de US$ 1 a US$ 10, en promedio, por noche.

Originalmente, a la tasa turística se la presentaba como un impuesto cuya recaudación tenía el sentido de que el visitante compensara al destino por los costos de los servicios públicos que consume o bien aportara a la mejora de las infraestructuras y/o promoción del destino.

Actualmente, la narrativa se ha aggiornado en sintonía a la Agenda Global 2030 y se crean o aumentan los montos de dichos impuestos como una forma de ayudar a la sostenibilidad de los destinos, la preservación de sus culturas locales e, incluso, como una estrategia para evitar el turismo excesivo y reorientar los flujos de visitantes.

Entre los destinos turísticos más populares que en los últimos meses han anunciado que empezarán a cobrar una tasa turística aparece Venecia, ciudad que ya tributa sobre las pernoctaciones pero que añadirá una suerte de entrada para visitantes de un día. Si bien estaba prevista para entrar en vigor a partir del 16 de enero de 2023, la tasa fue aplazada a 2024 y se estima que el monto rondará entre los € 3 y € 10.

Otro que anunció la implementación de una tasa a los turistas extranjeros que entren por aire, tierra o mar es Tailandia, con cuya recaudación pretende generar fondos para apoyar la industria.

En Valencia, España, también se confirmó que a partir de diciembre los visitantes deberán abonar una tasa por noche de hasta € 1,5 -también incluye a cruceros- para apoyar al turismo sostenible.

En Escocia el gobierno dijo que está buscando aprobar una ley para permitir que los municipios puedan cobrar un impuesto a los visitantes que pernocten en hoteles, hostales, alquileres vacacionales, casas de huéspedes y campings. Si bien no se espera que se generalice hasta 2026, lo cierto es que la capital, Edimburgo, ya anunció que se anticipará y establecerá un impuesto de € 2,5 por noche y por persona.

Noruega es otro país donde se está analizando aplicar una tasa turística para evitar el turismo de masas en 2024, sobre todo en algunos puntos más visitados como las islas Lofoten.

Un paisaje tributario común

Y la lista sigue y se vuelve inabarcable si además sumamos a aquellos ayuntamientos que este año han informado que aumentarán el monto que se cobra a los visitantes extranjeros. Barcelona, por caso, avisó que en los próximos dos años la tasa a los viajeros alojados en establecimientos oficiales aumentará a € 3,25 por noche.

Otros países del Viejo Continente donde sus municipios estrella ya llevan un tiempo implementando este tributo son: Portugal, Austria, Bélgica, Croacia, República Checa, Francia, Alemania, Grecia, Hungría, Suiza y Países Bajos. Prácticamente, no queda destino importante en Europa donde no se cobre una tasa turística, y en lo que va de 2023 muchos ya anunciaron aumentos en la alícuota.

En América no se quedan atrás. En la mayor parte de Estados Unidos se cobra un impuesto de alojamiento, México aplica tasas en los destinos más populares (Cancún, Riviera Maya y Puerto Vallarta) y casi todas las islas del Caribe agregan un tributo al costo del hotel o cobran una tarifa de salida (de € 13 a € 45 según cada país). Más al sur, Panamá, Costa Rica, Colombia y Argentina también cuentan con destinos populares donde en los últimos años se introdujeron diversos formatos de tasas turísticas.

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Prácticamente, no queda destino importante en Europa donde no se cobren tasas turísticas, y en lo que va de 2023 muchos ya anunciaron aumentos en la alícuota.

Prácticamente, no queda destino importante en Europa donde no se cobren tasas turísticas, y en lo que va de 2023 muchos ya anunciaron aumentos en la alícuota.

El debate sobre los efectos de las tasas turísticas

Una mayor conciencia de los efetos negativos del turismo desmedido y la inevitabilidad de una agenda sustentable para el sector ha prácticamente dejado sin detractores plenos a las tasas turísticas. Lo cual no quita que muchas voces sigan cuestionando la falta de transparencia de los tributos de cara a los visitantes y la propia comunidad, las situaciones de inequidad en su aplicación y los roces que implica su cobro y administración. Argumentos que veremos un poco más adelante.

Entre las voces mayoritarias se suman muchas explicaciones coyunturales a favor de su cobro, aunque siempre con el matiz de que por sí solas las tasas no resolverán el problema de planificación y gestión responsable de los destinos.

A modo de síntesis de ambos criterios, la Organización Mundial del Turismo (OMT) se ha mostrado favorable a la introducción de las tasas, “siempre y cuando se implementen de manera transparente y justa”, al considerarlas una herramienta importante para financiar el desarrollo y mantenimiento de los destinos, y para compensar a las comunidades locales por los impactos del turismo.

Voces a favor, el cambio de paradigma

El Grupo NAO y el Movimiento Global de Destinos Sustentables -con la colaboración de la Asociación Europea de Turismo (ETOA)- presentó durante la pandemia un estudio defendiendo el diseño de los impuestos al turismo para acelerar la recuperación y el desarrollo a largo plazo de una industria más sostenible y regenerativa.

“A partir de un puñado de estudios de casos es evidente que los ingresos de los impuestos al turismo pueden marcar una diferencia positiva para el trabajo de los destinos en la preservación de la naturaleza, la restauración del patrimonio cultural y la ayuda a financiar proyectos sociales y comunitarios”, concluye el estudio, y agrega: “Si bien suelen ser un tema candente de debate y las partes interesadas de la industria se oponen firmemente, los impuestos al turismo a menudo son favorecidos por los residentes y pueden proporcionar una plataforma para una colaboración más sólida”.

El fundador y CEO de la compañía británica Responsible Travel, Justin Francis, reconoció que cada vez más destinos están introduciendo impuestos al turismo y que son resultado directo del exceso de visitantes, “si bien son una táctica controvertida y están lejos de ser una solución ideal”, matizó. Para el activista y empresario de viajes cada vez hay más conciencia de que “el turismo genera sus ganancias a partir de los lugares, las personas y el ambiente, pero da muy poco a cambio. Un argumento común es que el turismo proporciona empleo e infraestructura, pero es obvio que la industria no podría funcionar sin ello; por lo cual no se lo puede ver como un regalo altruista”.

En la misma línea, la directora de la galesa Fundación Bevan, Victoria Winckler, defendió a las tasas turísticas como una medida para reflejar los verdaderos costos del turismo: “Los turistas generan costos adicionales por cosas como recoger la basura, proporcionar estacionamiento para automóviles, mantener limpias las playas, construir senderos públicos, etc. Todos hemos visto el desorden horrendo que queda en los lugares de belleza y el estacionamiento caótico en nuestros mercados nacionales. Estos costos son asumidos por el erario público, mientras que los principales beneficios de los turistas van a las propias empresas turísticas. Sin duda, las compañías turísticas pagan las tasas comerciales, el impuesto sobre la renta y el IVA, pero también lo hacen todos los demás negocios”.

Para el titular de Responsible Travel también son falsas las acusaciones de que las tasas turísticas son elitistas, ya que limitarían el número de visitantes en función de una suba en los precios: “Estos planteos ignoran el hecho de que nuestro derecho a viajar simplemente no supera los derechos de la población local a disfrutar de sus hogares o de preservar el ambiente”.

En este sentido, el informe del Grupo NAO y el Movimiento Global de Destinos Sustentables señala que hay evidencia de que la disposición a pagar entre los consumidores es comparativamente mayor si el propósito de los impuestos y el uso de los ingresos es transparente y significativo.

Por otra parte, la investigación realizada en colaboración con ETOA afirma que el impacto negativo de los tributos sobre la demanda y la competitividad de los destinos es “bastante marginal”. La investigación sugiere que los impuestos pueden tener una influencia limitada en las tarifas de un destino, aunque depende del tipo y la sensibilidad al precio del producto de destino.

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Una de las críticas medulares a la forma en la que muchos municipios implementan las tasas turísticas es la falta de reciprocidad percibida por el visitante. Muchas veces el turista ni siquiera se entera de qué está pagando y menos aún puede identificar el beneficio que recibe por ello.

Una de las críticas medulares a la forma en la que muchos municipios implementan las tasas turísticas es la falta de reciprocidad percibida por el visitante. Muchas veces el turista ni siquiera se entera de qué está pagando y menos aún puede identificar el beneficio que recibe por ello.

Advertencias contra la moda de las tasas

La propia ETOA plantea que el crecimiento exponencial de los impuestos al turismo está agregando costos y complejidad a una industria que funciona con márgenes ajustados. Por eso, la entidad sostiene que el efecto acumulativo de los impuestos locales es inflacionario e impacta en la competitividad de los destinos. Como ejemplo, pone el caso de la introducción de un impuesto por día en Ámsterdam en 2019, que terminó llevando a algunas compañías de cruceros a atracar en los puertos vecinos de Ijmuiden y Rotterdam para evitar ese costo adicional.

Otra de las críticas medulares a la forma en la que muchos municipios implementan las tasas turísticas es la falta de reciprocidad percibida por el visitante. Es decir, el turista muchas veces ni siquiera se entera de qué está pagando y menos aún puede identificar el beneficio que recibe por ello.

Paralelamente, varias entidades de proveedores de servicios advierten que no siempre el impuesto es fácil de pagar, recaudar y remitir por parte de los visitantes y los establecimientos comerciales, para quienes incluso a veces no es rentable su administración.

Tim Fairhurst, director de Políticas de ETOA, dijo que la revisión de impuestos turísticos realizada por la entidad reveló una gran variedad de prácticas e impactos, que no siempre coinciden con una política fiscal inteligente: “Las ciudades necesitan fondos para mantener la infraestructura y los servicios funcionando, tanto para las comunidades como para los visitantes. Bien implementados pueden verse como un apoyo a la gestión innovadora y sostenible de los destinos. De lo contrario, dan la impresión de que, si bien el dinero es bienvenido, los visitantes no”.

Previo a la implementación de la tasa turística en la Comunidad de Valencia, España, el Invat tur (Instituto Valenciano de Tecnologías Turísticas) le encargó a la Universidad de Alicante un estudio sobre la idoneidad del tributo. Si bien muchos de los inconvenientes detectados son geográficamente específicos, conceptualmente son advertencias muy interesantes a nivel global. Por caso, allí se refleja que si bien a la tasa turística habitualmente se la identifica como un impuesto finalista -en el sentido de que su recaudación debería destinarse a compensar al destino por los costes de los servicios, infraestructuras y promoción del destino-, “no siempre esa finalidad se cumple y puede destinarse a corregir déficits de financiación en otros servicios u otras parcelas de intervención de las administraciones públicas”.

Descargar el estudio completo de la Universidad de Alicante sobre las tasas turísticas

Por otra parte, el informe de la Universidad de Alicante desmiente el argumento de que la aplicación de la tasa se relaciona con el hecho de que los turistas no pagan impuestos por el consumo de recursos en destino. Como ejemplo pone el caso de la propia Comunitat Valenciana, donde los tributos vinculados a la actividad turística en 2019 supusieron más del 15% del total de tributos recaudados. Además, manifiesta que los impuestos generados por la actividad turística son cuantiosos y muy superiores a los correspondientes a la tasa turística, en torno a € 3.800 millones frente a unos € 53 millones en el mejor de los casos. “Es decir, el esfuerzo habría que emplearlo en gestionar lo mejor posible los ingresos actuales frente a la aplicación de otros como la tasa.

Otra crítica generalizada contra muchas tasas turísticas apunta contra que solo afectan al alojamiento regulado, dejando afuera a otras formas de pernocte entre particulares no declaradas. “Esto supone un nuevo elemento discriminatorio entre ambos”, advierte el estudio de la casa de estudios alicantina, que añadió: “La aplicación en estos momentos de la tasa turística acarrearía un aumento de esas tarifas soportadas por los turistas, es decir, tendería a neutralizar esa previsible reducción de tarifas para estimular la demanda, quedando muy comprometida la rentabilidad del sector cuando más lo necesita, agravada por el hecho de competir con destinos y alojamientos de similares características de otras comunidades autónomas en las que no existe esta tasa”.

En definitiva, todo indica que la moda de las tasas turísticas, de la mano de la reactivación turística y la nueva narrativa sustentable, llegó para quedarse y reavivará el debate sobre la tributación inteligente del sector turístico.

Cinco aéreas donde las tasas definen su inteligencia

Como explicamos en el informe, muchas entidades turísticas -como ETOA- plantean que las tasas turísticas por sí mismas no resuelven ni compensan el problema de los aspectos negativos de la actividad. En este sentido, la entidad que reúne a operadores de toda Europa plantea que un sistema tributario inteligente debe tomar en cuenta cinco aspectos claves:

  • Competitividad: las tasas turísticas son inflacionarias. Por ende, se recomienda que los destinos sean conscientes del efecto acumulativo de los impuestos locales sobre la competitividad de la actividad.
  • Reciprocidad y transparencia: los ingresos deben asignarse a los servicios y la infraestructura que los visitantes y los lugareños pueden usar y todos deben poder ver el beneficio. La transparencia y el monitoreo de la recaudación son buenas prácticas ineludibles. De otra manera, los visitantes pueden llegar a la conclusión de que solo su dinero es bienvenido e irse a otra parte.
  • Antelación en el aviso: debe haber suficiente aviso de cualquier cambio en la tasa (especialmente si está por encima de la inflación), preferiblemente de 18 a 24 meses. Esto se debe a que cualquier modificación introducida en un período inferior a 12 meses generará costos que la industria no puede repercutir. Por lo tanto, en efecto, sería un impuesto sobre el margen de los operadores.
  • Consulta: para ETOA es imprescindible que cualquier implementación o modificación de las condiciones conlleve una ronda de consultas con todos los actores del sector y debe llevarse a cabo con la intención real de encontrar una solución que aborde el problema planteado.
  • Proceso de pago: el impuesto debe ser fácil de pagar, recaudar y remitir por parte de los visitantes y los proveedores de alojamiento comercial, y ser rentable de administrar.

Tres ejemplos de buenas prácticas

  • En Polonia, el derecho a cobrar la tasa local (lokalny podatek) depende de que el destino cumpla determinadas condiciones ambientales.
  • En Suiza, los visitantes que pasan la noche y pagan el Kurtaxe/Taxe de Séjour, en muchos destinos reciben una tarjeta de huésped que les da derecho al transporte público gratuito durante la estadía. En destinos como Basilea y Lucerna el beneficio se amplía para incluir acceso wi-fi gratuito en puntos de acceso y entradas con descuento a las atracciones para visitantes.
  • En las Islas Baleares el Gobierno ha publicado una web en la que se detallan los proyectos financiados por la 'ecotasa'. Lo propio ocurre en Barcelona.

Web donde se detalla costo y proyectos en los cuales se invierte la recaudación en Baleares.

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