Cuando la Comunidad Europea dio el visto bueno a la compra de ITA Airways por parte de Lufthansa, no fueron pocos los que se entusiasmaron con la idea, en paralelo, de que las autoridades continentales también darían el visto bueno a la compra de Air Europa por parte de Iberia. Casi como una continuidad natural.
¿Por qué la venta de Air Europa a Iberia, NO, y la de ITA Airways a Lufthansa, Sí?
¿Por qué la Unión Europea avaló la venta de ITA Airways a Lufthansa y rechazó la de Air Europa a IAG?
Incluso el primero en encabezar la lista de ilusionados fue el mismísimo presidente de IAG, Luis Gallego.
Sin embargo, en las últimas horas, trascendió a través de diversos rumores periodísticos de que la Unión Europea no estaría de acuerdo con la operación. O, al menos, que los “remedies” propuestos, no serían suficientes. Cabe recordar que los “remedies” son aquellas propuesta que buscan resolver las objeciones que se plantean en una fusión, en materia competitiva. En el caso puntual de aerolíneas, en general se habla de ceder rutas o slots en los aeropuertos, para facilitar el acceso a nuevos competidores.
Air Europa+IAG: ¿por qué sí?
La primera muy obvia explicación de porqué ambas operaciones podrían tener resultados distintos es porque, justamente, son diferentes. La noción de que Europa es “un país”, un territorio común, genera a veces confusiones. La compra ya aprobada es de una aerolínea italiana, por parte de una alemana. Es decir, la competencia directa y la superposición de rutas, es limitada. Desde Latinoamérica, por ejemplo, la operación gravita genéricamente en el mercado bilateral entre un país X de la región y Europa. Pero no hay competencia directa, no se concentra mercado puntual. Los vuelos desde cualquier capital latinoamericana seguirían teniendo al menos dos puertas de entrada a Europa: Roma y Fráncfort.
Siguiendo el ejemplo, la lectura de la operación Air Europa/IAG es bien diferente. Se concentra mercado evidentemente y ya no en un global bilateral entre "X" país y Europa, sino en una ruta concreta. De tres competidores en la ruta Buenos Aires/Madrid, por ejemplo, se pasaría a dos. Y en el caso de algunos puntos en Centroamérica, donde los países de la región no cuentan con compañías aéreas nacionales, la concentración pasaría a ser absoluta. La respuesta, la llave propuesta por IAG para conseguir el SÍ, son los ya mencionados “remedies”, pero se trata de una nueva competencia potencial y a mediano plazo.
Lo que otros tienen
Parte de la defensa conceptual de la fusión Iberia/Air Europa, es la “protección” del Hub de Madrid. Es cierto que en la competencia con las otras grandes puertas de entrada de Europa (Heathrow, Fráncfort, Charles de Gaulle, Schipohl), el Adolfo Suárez “corre de atrás”. Sin embargo, si en aquellos otro hubs, las antiguas aerolíneas nacionales y estatales (British Airways, Lufthansa, Air France, KLM) tienen posiciones preponderantes, no es menos cierto que no es igual con Iberia, pero se trata de “derechos adquiridos”. Es decir, si Air France no perdió su posición dominante en el Charles de Gaulle e Iberia si lo hizo, en alguna medida, en el Adolfo Suárez, deviene se una evolución histórica difícil de revertir. Es poco probable que la Unión Europea brinde el OK a la operación, ignorando la superposición de redes y la pérdida de la competencia, solo bajo el argumento de que suceda en Madrid, lo mismo que sucede en Londres, París, Ámsterdam o Fráncfort.
Finalmente, existe el factor “ya no” que, en realidad, puede aparecer en el proceso de una fusión de empresas cualquiera, en determinado momento de evolución. Y es el momento en donde se exigen tantos y tan complejos “remedies”, que la operación misma pierde sentido e interés para los protagonistas. Algo de esto se vio en el intento de Avianca por comprar la low cost Viva Air.
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