María Claudia Lacouture resalta que poco y nada hablan los candidatos a la Presidencia de Colombia sobre turismo, en parte porque tampoco les preguntan. Ni tampoco hay esfuerzos reales de los movimientos políticos por armar plataformas con propuestas concretas, tal vez porque son aspiraciones coyunturales o porque las redes sociales colman los esfuerzos en la producción de contenidos.
Es curioso que casi todos estemos de acuerdo en que el turismo pueda sustituir al petróleo como mayor generador de divisas y que sean tan pocos los que en realidad trabajan con empeño para lograrlo. Y mientras el desinterés nos embarga y cuando tendríamos que estar trabajando a marchas forzadas para levantar el sector después de la tremenda paliza que significaron dos años de parálisis por la pandemia, lo que tenemos es el recrudecimiento de la violencia rural y la inseguridad urbana.
Una responsabilidad ciudadana en medio del fervor electoral es exigir a los diversos actores la necesidad de abordar el tema estratégico del turismo en el marco central de las propuestas. Cuando se menciona se hace sin entrar en detalles, sin estrategias claras y mucho menos acciones concretas para la cadena de valor de una industria que continúa necesitando del apoyo que el futuro gobierno pueda darles.
Es necesario propiciar las condiciones óptimas para apoyar de forma constante y continua la reactivación del turismo, desde la seguridad, el aporte financiero o la legislación hasta el conjunto de garantías necesarias que le brinden al sector mayor estabilidad y confianza.
Los colombianos hemos persistido en el empeño y en el énfasis en la actividad turística, son múltiples los esfuerzos desde la iniciativa privada hasta lograr el apoyo oficial en cuanto a inversión se refiere, sin embargo, los resultados no han sido los esperados, si bien es cierto que antes de la pandemia hubo un crecimiento moderado, aunque sostenido, este crecimiento se vio afectado por los efectos del covid-19, generando parálisis y, lo más grave, retroceso.
Ese impacto negativo se puede cuantificar en pérdidas de empleos, desinversión, incertidumbre y desesperanza en el sector. Si profundizamos un poco más en una retrospectiva política y social vemos que la actividad turística de manera permanente ha sido trastocada por los conflictos sociales.
Estos elementos persisten como amenaza de cara a un proceso electoral que presenta signos de violencia y contradicción entre los factores políticos y no he escuchado a alguno hacer referencia a ello. Estamos a tiempo de volver el turismo esa fuerza de desarrollo y equidad en el país, pero para ello se necesita de la fuerza del sector de pedirlo y que los candidatos entiendan su importancia para ponerlo en la agenda de los debates y propuestas.
El turismo como palanca para el desarrollo está validado en las diversas experiencias mundiales. Esta actividad desde el punto de vista económico se ha comportado como el motor del crecimiento en Europa, obviar el caso español es imposible, así como el caso del turismo religioso de Israel en Asia. Ejemplos más cercanos son el de México y el de nuestros vecinos panameños que se han convertido en una referencia obligatoria. Costa Rica, República Dominicana y Perú son también referencias interesantes en América Latina e incluso algunos países africanos han hecho interesantes desarrollos.
El momento electoral nos llama a ser exigentes para que haya propuestas que tengan como norte un turismo como eje fundamental en el desarrollo económico del país. Convendría un debate para hablar del presente y del futuro del turismo como motor de desarrollo para las próximas décadas.
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