En línea con el plan de fortalecimiento de la conectividad en Latinoamérica, Avianca inauguró el 18 de julio su vuelo directo Bogotá-Cusco-Bogotá, una operación que despierta gran expectativa en el mercado turístico colombiano por la acogida que tiene este destino peruano en los viajeros nacionales.
El primer vuelo AV145 despegó a las 7.44 (hora local) del Aeropuerto Internacional El Dorado en Bogotá con 85 pasajeros a bordo, entre ellos varios periodistas y operadores de Colombia y México invitados por la aerolínea para promover la nueva ruta. La aeronave aterrizó en el Aeropuerto Internacional Alejandro Velasco Astete de Cusco, a las 11.10 (hora local), en donde fue recibido con una muestra folclórica típica de la cultura andina.
El nuevo vuelo es cubierto en aviones Airbus 319 con capacidad para 120 pasajeros, 108 en clase Económica y 12 en clase Ejecutiva, poniendo a disposición de los viajeros más de 700 sillas semanales entre los dos mercados. En paralelo con la implementación de este vuelo, Avianca aumentó su oferta aérea entre Lima y Cusco con tres frecuencias semanales adicionales a partir de la misma fecha. De esta manera, la aerolínea fortalece su oferta de vuelos hacia y desde la antigua capital del imperio inca, llegando en forma directa desde los centros de conexión de Avianca en Lima y Bogotá.
PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD.
Pocas ciudades en el mundo logran conjugar de una manera tan clara la herencia inca, colonial y republicana, como Cusco. Su centro histórico es una confluencia de muros y terrazas incas, que soportan sobre sus incansables estructuras las edificaciones coloniales que hicieron de Perú el virreinato más importante del imperio español.
Contrario a lo que se cree comúnmente, la ciudad peruana tiene mucho más para ofrecer a los turistas que su cercanía a Machu Picchu. Si en un día los viajeros pueden emprender desde Cusco su travesía en tren a la célebre ciudadela inca, en los otros dos, tres o cuatro días restantes pueden visitar el Parque Arqueológico de Sacsayhuaman y sus impresionantes ruinas con piedras enormes. Un poco más alejado se encuentra el Parque Pisac Arqueológico y en sus inmediaciones nueve comunidades indígenas que ofrecen a los viajeros una peculiar experiencia de turismo comunitario. Allí los turistas pueden experimentar de primera mano milenarias costumbres andinas como la elaboración de la pachamanca andina (alimentos asados con piedras calientes bajo la tierra), el ritual de la hoja de coca, recolección de yerbas, esquilado de la oveja, teñido e hilado de la lana, entre otros. Cerca de allí, en la pequeña población de Pisac, un mercado indígena permanente ofrece artesanías únicas, que no se consiguen fácilmente en las tiendas de Cusco. De vuelta en la ciudad los turistas pueden visitar museos, monasterios, y disfrutar de hotelería y restaurantes de primer nivel.
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