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Manual Alta Gama

Cataluña: 10 experiencias de turismo enogastronómico

En esta nota, 10 experiencias vinculadas al vino y la gastronomía para que los pasajeros más exigentes vivan momentos memorables en Cataluña.

Cataluña ofrece múltiples y variadas propuestas para los pasajeros más exigentes. Entre las las opciones que dispone esta magnífica región, sobresalen las experiencias únicas vinculadas al turismo enogastronómico. En esta nota se proponen 10 de ellas, que con seguridad harán que los pasajeros vivencien momentos memorables.

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Las actividades y experiencias imperdibles en Cataluña

1) Hacer oleoturismo

Los pasajeros podrán pasear entre un manto de olivos, adentrándose en la calma esponjosa de olivares milenarios, contemplando el paisaje austero y seco –lleno de tradiciones ancestrales– y descubriendo lugares donde aún perduran las huellas de la vida rural.
Allí podrán degustar los mejores aceites virgen extra, conocer las variedades locales que se cultivan, aprender a diferenciarlos, desayunar en medio de paisajes de postal, descansar en castillos protegidos por olivares y andar por caminos medievales, entre otras experiencias.

2) Conocer los secretos del bosque

Costumbres, misterios y leyendas pueblan los bosques catalanes.

Robles, encinas y árboles centenarios; dólmenes y piedras megalíticas; senderos y caminos; masías de piedra viva; curanderas, trementinaires, brujas y aquelarres; plantas, hierbas y flores silvestres, setas y trufas de sabor inconfundible.

Los viajeros recorrerán rutas en la que –entre primavera y verano– podrán recolectar hierbas y flores para elaborar ratafías y vinos aromatizados.

En otoño, los bosques ofrecen las mejores setas. Y, en invierno, se propone seguir el trepidante ritmo de los perros y desenterrar la auténtica trufa negra, degustándola en una comida de aroma memorable.

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Cataluña: cosecha de la vendimia en Avinyonet del Penedès.

Cataluña: cosecha de la vendimia en Avinyonet del Penedès.

Vinos, cocina marina y mercados

3) Descubrir vinos olvidados

Trobat, mandó, sumoll, pansalet, macabeo, montonega, trepat, morenillo, picapoll... La personalidad del vino catalán es tan compleja como rico es su patrimonio vitivinícola.

La diversidad de paisajes, climas y suelos, junto a una cultura del vino antiquísima, han permitido que Cataluña ostente una oferta de vinos envidiable.

Y descubrir el carácter de estos vinos mientras se admiran los paisajes formados por viñedos, aprendiendo cómo el vino ha esculpido la historia de pueblos y aldeas durante siglos, compartiendo mesa con viticultores o recorriendo las nueve rutas del vino que atraviesan el país, es toda una experiencia.

Hay más de 300 bodegas que se pueden visitar.

4) Surcar un mar de sensaciones

Embarcarse para navegar por el litoral catalán es una de las mejores maneras de explorar su cocina marina.

Fondear en calas recónditas escondidas entre acantilados coronados por pinos; avistar los pueblos blancos de pescadores; surcar las aguas poco profundas del Delta y disfrutar de unos mejillones y ostras recién recolectados; abrir erizos acompañados de butifarra y un buen porrón de vino tinto; preparar un suquet con gambas frescas y, con suerte, con un calamar recién pescado; desembarcar para aprender los secretos del arroz en una barraca de pescadores; admirar el bullicio de las lonjas de pescado; participar en la subasta e incluso convertirse en marinero y acompañar a la tripulación en una jornada de trabajo, son algunas de las propuestas para explorar la cocina catalana desde otra perspectiva.

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Cataluña: Los mejillones sobresalen entre los imperdibles de la gastronomía catalana.

Cataluña: Los mejillones sobresalen entre los imperdibles de la gastronomía catalana.

5) Visitar los mercados

Los mercados son un buen reflejo de la sociedad que los rodea. En ellos se puede saber qué se come, cómo late el país, qué se pesca, cómo se trabaja la tierra y el mar, qué se valora en la cocina…

Camuflarse entre el bullicio, comprar y sentarse en una barra o compartir mesa en una casa de comidas es una vivencia imperdible.

Así como pedir un capipota o un bacalao a la llauna, regarlo con un buen vino de barril y culminarlo con un cigaló de café con ron.

Árboles frutales, rebaños y despensas

6) Endulzar el viaje

Hay una época del año en la que la tierra en Cataluña se tiñe de rosa. Entre fines de febrero y finales de marzo, las tierras se alegran con un rosa intenso, casi púrpura. Es el hanami catalán, la floración de los melocotoneros.

Sea a pie o en bicicleta, se pueden recorrer las largas hileras de frutales y, de paso, descubrir una de las cocinas más honestas, rústicas y sabrosas que se hacen en Cataluña.

Los pasajeros podrán visitar a los agricultores, probar sus mermeladas, embutidos y quesos, licores y vinos, aceite y, sobre todo, la fruta.

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Cataluña: la viña roja de Aiguaviva durante el otoño (El Montmell, Costa Dorada).

Cataluña: la viña roja de Aiguaviva durante el otoño (El Montmell, Costa Dorada).

7) Pasear entre rebaños

Entre valles y altas montañas, los rebaños pastan libremente en la verdor de los Pirineos catalanes.

De su leche se hacen quesos siguiendo las antiguas recetas de pastor: serrat, garrotxa, matons, brossats, llenguats, tupins y una hornada de nuevos estilos que hacen que los quesos en Cataluña vivan su mejor momento.

Se pueden degustar tras visitar su obrador, o tras madrugar y acompañar a un pastor y sus perros a trabajar en la montaña.

La experiencia es completa si se busca una buena sombra, se toma una rebanada de pan, se corta el queso y se los riega con buen vino.

La felicidad, en la montaña, es esto.

8) Visitar las despensas

Fieles a un legado rural que se resiste a desaparecer, viticultores, agricultores, ganaderos y queseros guardan los sabores de la tradición y el espíritu que hace latir la gastronomía catalana.

Y lo hacen a diario, con la pasión y el amor que los mueve para mantener vivos los sabores de la cocina.

La ligereza y frescura de una copa de trepat, el aroma de la longaniza curada, la opulencia de un tomate carnoso, la dulzura del melocotón de viña o el picante del aceite verde son algunos de los tesoros de la despensa.

Los viajeros tienen la posibilidad de conocer a los artesanos que las hacen posibles y compartir un día de su vida.

Cava, espumosos catalanes y cocina de vanguardia

9) Sentir la vida efervescente

El cava y los vinos espumosos catalanes son vinos nacidos del tiempo y la paciencia. Captarla, probarla y saborearla requiere calma y silencio.

La propuesta es sumergirse en la oscuridad de la bodega, rodeándose del silencio profundo de la cava, avanzando entre las botellas de pequeñas bodegas familiares, cuidadas con esmero y dedicación.

10) Sentarse y disfrutar

Después de conocer la cara popular de la cocina tradicional, el viajero puede explora los límites de la cocina de vanguardia, donde la imaginación, el talento y la técnica sirven creaciones geniales, de sabor inolvidable.

Pueden optar entre chefs de prestigio internacional o los jóvenes cocineros que definirán el futuro. El fuego nunca se apaga en Cataluña.

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