La resiliencia de nuestros empresarios turísticos que siempre he admirado está puesta otra vez a prueba. En 1989, el narcoterrorismo ahuyentaba los visitantes del exterior, venían sólo los corresponsales de guerra y los que definitivamente tenía que venir por negocios; no hacíamos turismo por carretera por temor a los retenes de la guerrilla y no salíamos al exterior porque no nos daban visas.
Primero lo primero
Obviamente la situación ahora es mucho más grave –en ese entonces pudimos recurrir a medidas ingeniosas como las caravanas turísticas- más cuando nos dicen que seremos los últimos en recuperarnos, pero tengo confianza en que igual saldremos adelante.
Pero no se trata solo de confianza y optimismo en medio de la tragedia. Celebro que todos los días se realicen “webinar” (¡qué palabreja!) para capacitarnos y prepararnos para la reactivación, eso está bien y es lo que nos corresponde, pero antes debemos resolver un problema y es el de sobrevivir, lograr vadear este infortunio y estar vivos “el día después”
Para ello es indispensable el apoyo del Estado a través de las medidas de Gobierno, su capacidad no está en acompañar las bonanzas, se mide cuando enfrentan las tragedias y adoptan las medidas para evitar consecuencias irreparables. En esta situación el empresario no puede hacer mayor cosa que evitar costos al máximo, pero el que más incide que es el de la nómina no es una opción que facilite el gobierno, entendible, pero entonces con mayor razón, se impone la respuesta estatal.
Y el gobierno se ha esforzado por estar presente, ha hecho lo que ha podido, partiendo de una situación como es la de administrar pobreza (bueno, no lo seriamos tanto si no fuera por la corrupción, que ni con la pandemia se abstuvo), pero aún puede hacer más, sobre todo con un sector que el mismo Gobierno reconoce en el decreto 637 que declaró nuevamente la Emergencia Económica, que es el más afectado. El Ministerio de Comercio Industria y Turismo ha hecho su trabajo, pero no podrá más si no lo acompaña el Ministerio de Hacienda. Las medidas tienen que ser las más audaces, en proporción a la gravedad de la situación o si no, el “nuevo petróleo” dejará muchos desempleados y al país sin las divisas que le genera el mayor exportador de servicios.
Entonces, manos a la obra. Esta segunda declaratoria de Emergencia es al mismo tiempo la última oportunidad para ser consecuentes y lanzar el verdadero salvavidas que el turismo necesita.
Empecemos con los créditos. En todas las reuniones con el congreso, con el gobierno o con los partidos políticos, la queja ha sido que el esfuerzo del gobierno por avalar el 90% de los créditos y fondear a la banca con 16 billones de pesos, no ha tenido correspondencia en sus ejecutores. La verdad, y qué pena, los bancos han pelado el cobre, han sido inferiores a la responsabilidad que como servicio público les toca, y el gobierno a su vez se ha quedado corto para hacerle seguimiento a su actuación; si en todas las reuniones los gremios informan que no están llegando los recursos a sus empresarios, debe ser porque hay mucho de verdad, y se debe investigar que tan cierto es que esos recursos más que elevar las defensas de esta economía agonizante, se han destinado a refinanciar deudas, ¡sólo que ahora con el aval del Gobierno! Así se ha dicho y nadie ha salido a desmentirlo. Es necesario que se cree una línea especial para el Turismo, para empresas pequeñas medianas y grandes, que nuestro ministerio vigile su aplicación y le haga seguimiento a las solicitudes, y si el banco no quiere asumir un riesgo del 10% y no hay forma de obligarlos, entonces habrá que avalar el 100%, mínimo a 10 años de plazo, dos años muertos para capital e intereses, y no lo propongo yo, lo propuso el líder del partido de Gobierno.
Muy bien que llegara el esperado subsidio a la nómina, Decreto 639, pero con todo respeto y reconociendo el esfuerzo frente a nuestras precarias finanzas, y sin que se trate de ser pedigüeños, puede que el monto resulte insuficiente, los empleados del turismo no son de salario mínimo, se trata en su mayoría de personal calificado, de tal manera que el subsidio equivaldrá al 15 o 20% y a menos si se tienen en cuenta los parafiscales, sobre los que no se aplica el subsidio. Es una ayuda sin duda, pero lo importante es que no sea nugatorio y cumpla el objetivo de salvar el empleo. Aplica para las empresas que han perdido como mínimo un 20% de sus ingresos, está bien, pero ¿entonces qué hay de especial para las que han perdido el 100% como lo son las del sector? Considero que es conveniente revisar esta medida o considerar otras que respondan a “la inmensa afectación que se evidencia en el sector turístico”, como lo dijo el mismo presidente y todos sus ministros.
Y a propósito de parafiscales, nos quedamos esperando la medida anunciada, esa si especial para el sector, de no cobrar los parafiscales a cambio de conservar los empleos; no llegó, aún podría llegar.
Y para terminar, una interpretación de la SIC que debe revisarse sobre la solidaridad. No habría agente de viajes que aguante si tiene que responder solidariamente por el incumplimiento de un hotel o una aerolínea que desaparezca, Dios no lo quiera, pero de no cambiarse ese criterio, sellaría también la desaparición de las agencias.
Y a propósito de Avianca, no supongo el país turístico y más allá, el desarrollo del país mismo, si desaparece, o las otras aerolíneas. Se ha dicho que antes de pensar en ayudar a Avianca hay que pensar en salvar las pequeñas empresas, pero no hay que olvidar que muchas de estas son proveedores de las grandes empresas y viven gracias a ellas. No es correcto seguir repitiendo que no se debe apoyar porque se trata de una empresa extranjera, que no lo es, está domiciliada en Colombia, la sociedad de sus principales socios es la panameña, pero la aerolínea es colombiana y aunque no lo fuera, su sede de negocios y operaciones es Colombia, aquí da empleo, aquí paga impuestos. Otra cosa es que también hay que ayudar a las otras aerolíneas que como Avianca tienen su sede y operación en Colombia, y si se salva Avianca y desaparecen las otras, ahí sí sería más grave. El otro problema es que se trata de un esfuerzo que ni la banca local, ni el Estado son capaces de soportar por sí solos, para ello es necesario un plan de salvamento de la banca multilateral con apoyo estatal.
En la próxima entrega hablaremos de lo que se requiere para el día después, que debe contenerse en los decretos de Emergencia, para eso hay que correr y no olvidar que frecuentemente a Minhacienda se le olvida el sector. Otro asunto será el manejo tributario, tanto para la sobrevivencia, pero definitivo en la recuperación. Y anticipo, bien lo de reducir el IVA al transporte aéreo, pero ¿por qué omitir al resto de la industria? Hoteles, agencias de viajes y ¿reducir el impoconsumo para bares y restaurantes? o más eficaz aún la propuesta de Anato, al igual que en turismo receptivo, declarar el turismo nacional exento de IVA e impoconsumo, por un período de recuperación. ¿De qué valen impuestos si no hay empresas para generarlo?
Muchos al leer esta columna dirán que es la carta al niño Dios colgada en el arbolito de navidad, pero si no se toman medidas como estas, muchas empresas del sector no comerán natilla.
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